jueves, 9 de junio de 2011

Kung Fu Panda 2


No estoy seguro de que sea regla general, pero intuyo que a veces pasa;  las cosas verdaderas son completamente diferentes a lo que esperamos.  Hoy quiero apoyar mis palabras en una de mis películas favoritas, Kung Fu Panda.  Analizando mis vivencias e histerias, mis enamoramientos y odios, mis sueños y frustraciones… divagando entre los fantasmas de mi pensamiento descubrí que, yo mismo he tenido a mi propio Tai Lung, y desde luego, a mi Po.  No sé si a ustedes les haya pasado.

En algún momento de mi pasado encontré, todo lo que me es atractivo, fundido en una sola persona.  Por lo general mi ego siempre es enorme y me identifico, muchas veces forzosamente y otras a punta de pistola, con los protagonistas de las historias…  pero esta vez, después de haberme sentido Po cientos de veces, y tomando un fresco punto de vista menos egocéntrico, disfruté mucho de sentirme como el maestro Shifu.  Es curioso cómo nos pegan las películas infantiles cuando no las tomamos sólo como vehículos de entretenimiento.  El problema es que la gente promedio, me incluyo, nunca estamos dispuestos a escuchar, únicamente queremos ser escuchados.  Pero cuando nos dejamos llevar y dejamos que la vida nos lleve por sus senderos, descubrimos olores, pensamientos y colores que nos son más gratos que a los que, (por costumbre y porque no conocemos otros) nos aferramos.  Es igualmente raro que, a pesar de que vemos situaciones variables en libros y películas, nunca estamos preparados para afrontar una situación similar.  Esto es que siempre consideramos al que nos hiere como el villano del cuento o película, a nosotros como el héroe puro, sufrido y, por consecuencia, bueno.  Pero si nos salimos de nosotros mismos y siendo objetivos, podremos encontrar que nuestro rol en una situación específica, encajaría mejor en un papel secundario, o incluso, con el antagónico.

Eso fue lo que me pasó precisamente hace unos días;  creo firmemente que todo ser humano no sólo es el personaje principal de su propia vida, sino que tiene miles de papeles que desarrollar en un contexto social y tiempo determinados.  Me dejé llevar por una peli inocente y terminé encontrando un poco más de sentido a mi vida.  Todo fue más o menos así… volví a ver una peli ya muy bien conocida por mí, casi memorizada;  de pronto, un abismo mental me fue tragando, me salí de mi cuerpo para entrar de lleno en mi mente, un extraño trance socrático, una “pseudoepifanía”.  Y, aunque ya sabía que viajo en mi vida con muchos fantasmas, esta vez pude verlos directamente a la cara.  Pero, ¿de dónde nacen los fantasmas?  El maestro Oogway no sólo me daba la respuesta a la interrogante, también me brindaba un consuelo;  esa tortuga loca hoy es mi personaje favorito con sus frases célebres.  Primero me dijo que “uno suele encontrar su destino en el sendero que uno toma para evitarlo”, traducido a la filosofía popular mexicana… “cuando te toca, aunque te quites;  cuando no te toca, aunque te pongas”.  Con eso el maestro me da mi primera zarandeada mental: no importa lo que haga, las cosas que van a pasar pasarán me gusten o no, de mí no depende;  no obstante, de mí sí depende cómo tomar las cosas… cuando se pierde se aprende.  Ese demente no me dejó en paz, apenas y a penas estaba digiriendo las cosas cuando te lanzó otro zarpazo y me dijo de donde nacen los fantasmas de vida que no nos dejan vivir en paz: “…el ayer es historia, el mañana es un misterio… pero el hoy es un obsequio, por eso se llama presente”.  Esas fueron ganas de moverme el mundo, de ahí nacen los fantasmas, del ayer y del mañana, de las historias misteriosas que nos inventamos con respecto a lo que vendrá, y de los misterios de la historia personal a los cuales siempre les ponemos un mismo título… “y si hubiera”.  Y así dejamos escapar el regalo del hoy.

Volviendo al tema concreto del principio, vámonos a la explicación coherente del primer párrafo.  Me sentí Shifu, encontré todo lo que me llenaba de orgullo en una sola persona, dejé que los fantasmas futuros de las ilusiones, esperanzas y expectativas tomaran el control;  y fue mi orgullo lo que hizo que esa persona se volviera mi Tai Lung.  Me construí un mundo irreal y me olvidé de que el futuro no está en mis manos… y el tiempo se volvió un bien de manos muertas porque olvidé labrar el presente.  En contra parte tenemos los fantasmas del pasado, siempre hay una persona a la cual la queremos fuera de nuestras vidas porque la experiencia nos indica que no es de fiar, dicho de forma Kung Fu “Pandesca”, esa persona no sirve para las artes marciales por gorda, etc.  Por lo tanto dejamos que el pasado hable y también nos olvidamos del hoy.  Pero más curiosidades de la vida, dicho sujeto es el que termina ayudándonos y salvándonos de nosotros mismos;  nos redime de haber creado a nuestro Tai Lung.

¡Ojo!  No somos personajes de caricaturas… una misma persona puede ser nuestro Po o su contra parte.  Nosotros podemos ser nuestro propio villano.  Lo único que quiero compartir con ustedes es una locura más de mi torcida cabeza.

Muero por ver la segunda parte de Kung Fu Panda… pero eso ya será mañana o al rato, así que no importa mucho… hoy sólo disfruto de escribir esto, y de dormir en cuanto me dé sueño.  Sólo los creadores de la peli saben que le deparará a Po, Shifu y los maestros… yo sólo disfrutaré llegado el momento.  ¿¡Y si no llega!?  ¿Eso qué importa?  Sacaré lo mejor de cada momento y de lo que estoy viviendo a cada instante.